viernes, 15 de agosto de 2008

La proactividad en el trabajo

Hoy tuve otro problema en el trabajo (entiéndase como hacerla de bombero apagando incendios informáticos) y quiero compartirte mi punto de vista.

Los problemas nunca se acaban y de cada uno de ellos podemos aprender algo. Afortunadamente he tenido pocos tiempos de calma durante mi actividad como consultor, y digo afortunadamente porque “en aguas calmas no se forman buenos marineros”. Me explico, los problemas aparecerán de cuando en cuando y es nuestro deber como empleados el resolverlos, después de todo… ¡no nos habrían contratado si no hubiera situaciones que resolver!

Además, mientras mayor sea la cantidad (o de mayor magnitud) de situaciones, problemas e incidentes que resuelvas, más te estás entrenando para “subir de nivel”, ya sea en tu empresa o en otra, es decir, tendrás más capacidad y experiencia que aportar.

Asimismo, como mencionan en filosofías de mejora continua como Kaizen y Six Sigma: “un error es un tesoro”, dado que estas se refieren principalmente a entornos de producción, nosotros podríamos parafrasearlo como: “un incidente es un tesoro”, ya que en los motivos de la falla tenemos una oportunidad para mejorar nuestros procesos y nosotros mismos.

¡Pero cuidado!. Hacer 100 veces la misma cosa no te hace 100 veces más experto sino que te convierte en una especie de robot especializado en hacer esa misma cosa y debes cuidarte de ello. Si quieres aprender de los problemas que se presenten (o de tus errores), entonces debes buscar la manera de aprender de ese error y tomar acciones para evitar que vuelva a suceder, de manera que puedas dedicar tus esfuerzos laborales, intelectuales y económicos a otras actividades que sean de mayor beneficio.

Quiero comentar además que el hecho de simplemente quejarse ante una situación desafortunada no resuelve la situación casi en ningún caso, solo en algunos casos sirve de algo, pero es porque seguramente alguien que sí es proactivo te escuchó y puso manos a la obra. Resulta difícil comprender que hay personas que simplemente se quejan y no mueven un dedo para mejorar su situación (cualquiera que ésta sea), ya sea por flojera, desesperanza o “miedo”. Si bien hay casos justificados en que la desesperanza y el miedo puede ser real (la flojera no la justifico) por diversas situaciones, en la mayoría de los casos será un mero pretexto, un afán incendiario al punto de la piromanía de querer sobresalir mediante la crítica mal dirigida.

Como indica Stephen Covey en el primer hábito de su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”: la proactividad involucra la libertad, en este caso, para tomar decisiones que me lleven a un determinado fin buscando evitar una circunstancia ó expandir mi círculo de influencia ante una situación dada.

Debemos pues buscar convertir el clásico descontento en una oportunidad de mejora, darnos cuenta que aquello que expresamos como queja es en realidad el descubrimiento de un “área de oportunidad”, concepto éste tan popular entre los jefes de departamento como impopular entre los que tenemos que ejecutar las acciones para esa área encontrada, sin darnos cuenta que en realidad sí es un área de oportunidad y además, según se expresen estas situaciones el impacto en nuestra mente es diferente, ya que nuestro cerebro reacciona de manera diferente a las palabras e imágenes como indica Malcom Gladwell en “Blink: Inteligencia intuitiva” ya que antes de que nuestra mente conciente reaccione, nuestro cerebro tiene que encargarse de formar un concepto y es muy diferente iniciar con el concepto de “oportunidad” que con el de “problema” ya que el segundo tiene una acepción negativa.

Es necesario ejercer una libertad que nos lleve a ser más libres, unas personas más completas y unos profesionales más valiosos. Creo que el que es proactivo estará en ejerciendo una mejora continua y aplicado en la vida profesional esto conllevará al éxito no solo el personal sino el de la empresa también.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De forma lógica y casi contundente, ser proactivo significa proponer, ya que (y muchas veces en empresas nacionales) un error o incidente, es sintoma de un problema mayor, de tal manera que las áreas de oportunidad crecen y lo hacen porque al solucinar un gran problema acabas con muchos pequeños "incidentes".