sábado, 18 de octubre de 2008

Hirviendo sapos al estilo Kaizen

A veces resulta difícil propiciar un cambio, ¡y de la resistencia de las personas al cambio sí que te puedo hablar semanas!. Como Consultor en Tecnologías de Información he encontrado en muchísimas ocasiones en las que las personas se rehúsan a cambiar su vieja manera de hacer las cosas. ¿Qué podemos hacer para que el cambio no sea drástico y sí sea aceptado?, pues tal vez pensar en “hervirlos como sapos”.

Hace un tiempo leí un libro titulado “El camino del Kaizen” (Robert Maurer, 2007) y me resultó bastante interesante dado que utiliza el Kaizen bajo un enfoque que no había contemplado anteriormente: en la vida diaria.

¿Pero, a qué vienen los dos párrafos anteriores?. Bueno, primero la historia del sapo porque esa no la he contado todavía. Es conocido el hecho de que las ranas no sienten los cambios de temperatura graduales y se dejan hervir sin mayor problema si la temperatura de la olla con agua va subiendo poco a poco, en cambio, si el agua ya está hirviendo y echas a la rana dentro de la olla, ésta saltará inmediatamente fuera de ella.


¿En qué se relaciona la historia de la rana con el Kaizen?. La respuesta es muy sencilla: el cambio gradual vence las resistencias. Si intentas demasiados cambios al mismo tiempo, las personas ó tu mismo pondrán muchos obstáculos para realizarlo. Además, es más difícil tomar impulso en instante para realizar un salto de 8 metros que para dar pasos y llegar caminando, al final habrás recorrido la misma distancia, pero de una forma habrá sido más fácil que de otra.

La filosofía Kaizen se trata de la Mejora Continua. Su nombre proviene del Japonés Kai = cambio y Zen = bien, bueno. Es decir, el Kaizen se refiere al “buen cambio” ó “cambio para mejorar” y su filosofía envuelve un cambio gradual. De manera que puedas romper la clásica flojera o miedo al cambio. Se trata de dar un paso a la vez y la frase que más me impactó fue la de “malo es mejor que nada, bueno es mejor que malo y perfecto es enemigo de lo bueno”. Como probablemente más adelante escriba un post acerca de la frase, en esta ocasión me concentraré en la primera parte de la misma: “malo es mejor que nada”.

Muchos de nosotros nos quedamos inmóviles y no intentamos realizar las cosas debido a que no sabemos como realizarlas, o por lo menos no tenemos el panorama completo y nos quedamos esperando que llegue el momento perfecto y nos quedamos así mucho tiempo o incluso no hacemos nada. El mero de hecho de intentar algo te hace aprender algo sobre ello. Por eso es que malo es mejor que nada, simplemente porque aprendes. Además creo que el mayor riesgo de no hacer nada, es que eso se convierte en una costumbre.

Esta historia de la rana ha sido utilizada para ilustrar diferentes situaciones que constatan la aplicación del cambio gradual. A veces nos dejamos llevar por situaciones malas hasta que nos hierven y al final nos preguntamos ¿Cómo llegué aquí?. Hay que saber distinguir y darle a los buenos hábitos por lo menos las mismas oportunidades que le hemos dado a los malos (de paso trata poco a poco de quitarte los malos hábitos).

Si tienes un proyecto, quieres bajar de peso, dejar ser enojón, limpiar tu escritorio, levantarte media hora antes, aprender de un tema ó desarrollar una nueva habilidad mi sugerencia es que ¡no trates de aventar esa “rana” al agua hirviendo sino que le subas poco a poco la temperatura! y cuando menos lo pienses ya estará hervida. Recuerda que malo es mejor que nada. Avanza poco a poco en tu trabajo, en tu vida diaria, ¡comienza hoy mismo (no mañana por favor) a hervir ese sapo!, independientemente que tu seas el que quiere cambiar o que quieras vencer una resistencia al cambio.